sábado, 22 de noviembre de 2008

Hipertexto Universidad y Futuro

Universidad y Futuro
Con el sentido de lo humano por delante...

Por: Alberto Muñecas Vecchione
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto Pedagógico de Maturín
Surfeando la realidad
La universidad es una construcción humana que ha evolucionado desde el siglo XII hasta la actualidad gracias a su capacidad de percibir la realidad y amoldarse a las tendencias dominantes de cada época. Estos cambios que otros universitarios dieron en el pasado, exigen, para nuestra sobrevivencia moderna, las acciones creativas de los protagonistas de hoy.

Las tendencias sociales actuales indican que el futuro del sector se promete exigente, pudiéndose percibir una fuerte necesidad de transformación de la universidad contemporánea, a fin de conciliar su relación con la sociedad.

Entre los argumentos vitales de la universidad moderna, además de la docencia, figura la investigación, sin embargo, en la escala planetaria, las corporaciones globales han sobrepasado e incluso capturado las posibilidades de creación científica y tecnológica de las universidades.

La lógica de la investigación en la modernidad ha estado desarrollando una abrupta escisión entre el interés final del conocimiento y el sentido de identidad del género humano, de hecho el desarrollo de la ciencia, en donde la universidad es protagonista estelar, ha colocado al ser humano moderno en un conjunto de escenarios que atentan contra sus cualidades y límites de existencia, provocando importantes trastornos de personalidad, frente a los cuales el humano se presenta con pocas herramientas de liberación.

Dicho en otras palabras, el ser humano parece haber sido alojado en una prisión científico-tecnológica, a la cual se ha hecho totalmente adicto, debido al ritmo y exigencia de la vida contemporánea.

La situación pudiera ser calificada de confortable; si la participación fuera más voluntaria, los daños al ecosistema no fueran tan profundos y si la lógica del mercado que acompaña a esta creación humana, no fuera tan lacerante con las personas que no logran ubicarse en las posiciones centrales y/o protagónicas del sistema.

La alienación, la destrucción ambiental y la miseria de gruesos sectores sociales, han surgido entonces como desagradables e inmanejables consecuencias de una suerte de humanidad que se caracteriza por estar reñida con lo humano, con lo natural y lo auténtico, para obtener, a cambio, de cada ser humano incorporado, un sujeto real o potencial para el movimiento del capital.

Frente a estos escenarios, las preguntas que los universitarios deben hacerse tendrán que relacionarse con dos hechos: ¿Debemos seguir alimentando este modelo? ¿Podemos trabajar en el diseño de otro?

Célebres preguntas, como se puede ver. La respuesta ya se deja escuchar en el ambiente si leemos con exactitud las tendencias, así junto al brillo de los aciertos científicos y los productos tecnológicos, lo humano ha cobrado una nueva significancia; por una parte los argumentos de paz, justicia y de solidaridad encuentran cada vez más sentido dentro de las dinámicas sociales ordinarias, y además, cuando revisamos al interior de nuestro ser, nos vemos cada día más interesados en la personalidad, la autoestima y la sobrevivencia del amor.

Por otra parte el sentido de la ciencia pedagógica se ha corrido desde las mecánicas demostraciones conductistas, hacia el territorio de las emociones formativas y desde ahí hacia las inmensas posibilidades que la neurociencia promete a la pedagogía y a la formación de la personalidad del ser humano.

Cómo funciona el ser humano, cómo democratizar la creatividad, cómo se estimula el pensamiento y cómo se crea la conciencia social, parecen ser los retos más llamativos de la pedagogía y de la universidad contemporánea.

Entendemos igualmente que la universidad no sólo debe investigar, junto o en competencia con cualquier corporación, ella debe pensar y estimular en el futuro cercano el sentido de lo humano, lo cual representa una tarea de alta estrategia para la sociedad. Ya no se trata de cómo el mercado se inserta eficientemente con lo social, ahora se trata de cómo lo humano transforma el tipo de humanidad que la modernidad nos ha patrocinado.

En esta tarea se deben unir junto al pedagogo; el filósofo, el teórico, el tecnólogo, el aprendiz y el experto, procurando darle vida al perfil de la sociedad postmoderna, sin embargo la pregunta obligada es: ¿Desde qué universidad hemos de responder?

La universidad que conocemos está en capacidad de diseñar la salud, la producción, la educación, el transporte o cualquier otra actividad humana, utilizando la economía y el mercado como una herramienta de trabajo.

La universidad que actualmente tenemos sabe comprometerse con los intereses políticos económicos o civiles, locales o globales, y en función de ello ha presentado sus propuestas sociales de trabajo y de existencia para sí misma.

Sin embargo se impone modificar o ampliar estas tendencias con el fin de asumir otro futuro, de acuerdo a las lecturas de realidad actual, estamos en la hora de comprometernos con el género humano, no sólo con las necesidades de este último y de la sociedad que protagoniza, sino también con los códigos de su propia sobrevivencia, antes de que su supremacía sea sustituida por las corporaciones o las redes globales no universitarias.

La cualidad del compromiso descrito despierta el sentido de la ética, la cual repercute severamente en la universidad, en su papel con el futuro de la humanidad y en especial con la categoría "humano", ya que, a la luz de las tendencias actuales, es sólo de la universidad de donde podemos esperar este tipo de respuestas.

El sentido futuro de la universidad deberá estar centrado, primordialmente, en la pedagogía social. Es desde nuestra institución, desde donde debe partir la desintoxicación a las adicciones típicas de la modernidad, tales como el consumismo, el fetichismo, el egoísmo, el uso despiadado del recurso natural, el abandono del cultivo del cuerpo y el urbanismo exagerado, entre otras problemáticas graves de la modernidad, las cuales además de perturbar nuestra sana existencia, nos impiden ver con claridad la construcción de caminos alternos.

Hoy, al igual que en el renacimiento, en el surgimiento de los estados nacionales, en el maquinismo y en la era de los circuitos electrónicos, la universidad debe reflexionarse a sí misma y proponerse los caminos a seguir, los cuales parecen estar inspirados en el rescate del protagonismo de lo humano sobre lo técnico.

Frente a estas consideraciones, resalta como nueva herramienta social, nuestra misión particular la tendencia de las universidades temáticas como el caso de la Pedagógica la cual me aloja, donde estamos abriendo frentes de trabajo para la intervención y formación del ser humano. Por esta razón, tal como en nuestro nacimiento institucional otras universidades nos enseñaron el camino para aquel momento, así, en este momento, nosotros desde la madurez de nuestra ciencia pedagógica, podemos contribuir a señalar el camino del futuro de la universidad y de la sociedad en general.

Ahora sólo resta trabajar, no sólo en el marco de las lecturas teóricas existentes, sino también sobre la práctica que hemos desarrollado, tanto en la formación de nuestros alumnos y docentes, como en la práctica que nuestros egresados de pre y postgrado han desencadenado en sus diversos y particulares campos de acción.

Viviendo con la caducidad del saber.
El conocimiento deberá ser renovado constantemente, no sólo con el leído de otros, sino también desde la lectura de nuestros propios escritos. En otras palabras ahora viviremos fundamentalmente con lo aprendido de la práctica reflexiva de la profesión.

Ahora el conocimiento no reside detrás de nosotros, ni se usa para nuestra defensa, El conocimiento está delante de nosotros y espera por su construcción.

Basta de que los docentes de todos los niveles educativos enseñemos lo conocido, es la hora de aprender lo desconocido.

Construyendo la globalización.
La globalización es un hecho para un grueso sector de la población humana contemporánea y además se perfila como un paso previo a la universalización, momento en el cual el reto del hombre va más allá del hombre y del planeta que provisionalmente habitamos y alcanza dimensiones extraplanetarias.

El hombre que protagonizará estos eventos aún no ha nacido, pero la humanidad que lo logrará está en construcción y somos nosotros quienes la construimos.

La humanidad principalmente es más cultura que economía, esto último se impone por un descuido patológico en el establecimiento de las prioridades, la corrección de tal patología está en el sistema educativo y escolar, y nos toca a nosotros realizarlo.

Para nada se trata del regreso a las cavernas o a la feudalización de la vida como fórmula para esconder nuestros temores, más bien se trata de encontrar o fabricar alternativas para entrar en el control de la diversidad que maneja la globalidad.




Provocando la fragmentación de la autoridad y el liderazgo.
En los escenarios de la paz, el fusil deja paso abierto al verbo y con este progresa la diversidad, la autonomía, la complejidad y la discusión. Cada vez vemos con más ahínco como el verbo precede y evita la guerra.

Vivir en estos escenarios sugiere la necesidad de construir un hombre nuevo, indispuesto para someter y ser sometido. y en consecuencia cultivado para la tolerancia.

El nuevo liderazgo no somete, libera para el ejercicio autónomo de la diferencia desde el cultivo de la identidad.

Construyendo la teoría de los saberes para la vida ordinaria.
En la actualidad la lógica ortodoxa del saber acogota al sentido de lo humano frente al imperio de una razón lineal que explica y valida, pero la misma no sirve de refugio para el sentido de la vida ordinaria, más bien es una invitación para la vida sofisticada o una indicación de impedimento y marginalidad frente al modelo.

Un docente universitario difícilmente puede pagar en unidades monetarias las competencias de su egresado abogado, médico o ingeniero, pero el lo formó, entonces como puede justificarse tal marginalidad.

La explicación pudiera estar en la agotada lógica pedagógica de que el conocimiento procede del libro y no del sujeto, del ciudadano común. En este sentido cuando logramos enterarnos que las comunidades tienen algo que decir, descubrimos lo lejos que estamos de las soluciones a problemas que nosotros hemos contribuido a formar.

Si no servimos para que la gente se sirva de nosotros, debemos revisar nuestro ejercicio profesional y muy especialmente la forma como producimos ese profesional

Construyendo el sentido de la construcción.
Mucho se habla de los retos y los roles del docente universitario, se escribe en prosa libre, en reglamentos, en políticas, en directivas, en programas académicos y en informes de gestión.

Cumplimos religiosamente con nuestro trabajo, vemos a nuestros egresados cumplir con su trabajo y sin embargo el sentido de la derrota, el sentido de los cambios gatopardianos no desaparece de nuestras percepciones.

Nuestro sentido de la experiencia indica, esto anda mal, e intentamos resolverlo con técnicas provenientes del pasado que parecen ser adaptables. Apliquemos la teoría de sistemas gritan por la derecha, hagamos la revolución proponen por la izquierda. Hay que aumentar la producción propone el rentista, rescatemos la calidad indica el exigente.

Propuestas y modelos van y vienen y nada parece mejorar. Es la ausencia de programas indica el gerente, es la ausencia de políticas agrega el idealista.

Las nuevas teorías y las nuevas prácticas provenientes de otras latitudes también asoman su punto de vista, con la esperanza de colonizar, al fin y al cabo para eso son las teorías.

Sin embargo, poco se escucha la experticia de una profesora de pelo emblanquecido, porque es muy anticuada. También se rechaza la expresión de una señora de mediana edad que abandonó sus estudios y se puso a enseñar, por ahí, donde nadie quiere ir, y resulta que ahí aprendió algo más importante que enseñar, ahí aprendió a aprender, escuchó la realidad y solucionó asuntos de gran importancia local, que son, los que al final importan para la verdadera calidad de vida.

Derrotando al currículo como arma para "organizar".
La construcción del currículo es un monumento al pasado, ahí se explica como de acuerdo a la experiencia, se vuelve a llegar al lugar al que el otro llegó, o peor aún, que no llegó. Es el seguro mapa de carreteras para ir rápido y en la forma más económica de un sitio del pasado a otro del pasado.

Sin embargo la pedagogía está, o debería estar reñida con las rutas, la pedagogía conduce a la sociedad o mejor dicho al hombre, hacia el futuro, el cual por definición humana se caracteriza por la utopía.

Quizás el futuro de la sociedad pueda ser enjaulado en una ruta, después de todo la sociedad se constituye desde la conculcación del sentido de lo humano.

Pero, ¿y el hombre?

La pedagogía, en el sentido clásico que la conocemos, enseña a quien necesita aprender, pero es el orden social quien dice quien necesita aprender, La pedagogía que estamos necesitando, la podemos llamar de cualquier forma y es la que se escribe desde el sentido de lo humano, desde la utopía, el reto, el risco, con el fin de concebir y lograr la utopía.

La búsqueda de la utopía no puede ser más una categoría colonizada por la mercantilización (capitalista o socialista) para conducir al poder y/o a la ganancia.

La búsqueda de la utopía deberá ser una categoría pedagógica comprometida con el sentido de lo humano, con sus valores y puesta al servicio de sus necesidades.

Derrotando la soledad del docente.
El docente universitario tendrá que inventar el concepto de inteligencia colectiva y desde ahí escribir sus prácticas.

Los jóvenes y los viejos, los especialistas y los integradores, los de práctica profesional y los de especialidad, los directivos y los de aula, los contratados y los ordinarios los dedicación exclusiva y los medios tiempo, los de docencia y los de investigación, los postgraduados, los graduados y los graduandos, los de Carúpano y los de Puerto Ordaz, los de alto índice académico y los de bajo. Todos, absolutamente todos, tendremos que pensar en la misma frecuencia, con el fin de construir una nueva manera de pensar en los escenarios escolares, con el fin de comprender la complejidad social y poder atenderla.

No importa a quien o que leamos, la lectura en lo sucesivo tendrá que ser un estimulante, no un producto final. Entenderemos por producto pedagógico de ahora y en adelante, aquella creación producto de la estimulación ilustrada, la inteligencia colectiva y la acertada lectura de la realidad para poder construir su futuro.

No debe dar vértigo pensarlo e intentarlo, lo que debe dar vértigo es no intentarlo.

Generando riqueza con Saberes.
Aunque pueda parecer lo contrario, no estamos reñidos con los saberes y la ciencia, creemos en ella, en sus cualidades, su exactitud y su capacidad de transformar y producir riqueza.

En esta área, preferimos pensar desde nuestra misión pedagógica, hay que dedicarse con fuerza al cultivo y conquista del saber en las ciencias que poseen la capacidad de transformar naturaleza o producir tecnología, pero en nuestro caso nuestra misión principal es multiplicar la cantidad y calidad de los Venezolanos que en el futuro se dedicarán a tales tareas.

Será importante entonces desarrollar la didáctica que inspire voluntades en los jóvenes que asumirán tales asuntos, deberemos inspirar desde su juventud, el sentido de la exigencia y de la ética como herramienta fundamental de un ciudadano destinado para la creación del saber.

Auxiliando a la educación, papel de la neurociencia.
El avance ocurrido en el último siglo a propósito del funcionamiento del cerebro y de los procesos del pensamiento obligan al docente a abordar tal sabiduría para construir nuevos argumentos pedagógicos.

Al igual que la psicología industrial determina el desarrollo del hombre masa (Ortega y Gasset), la pedagogía de la postmodernidad tiene que crear al hombre que enfrente tal agresión a través de redes de pensamiento, de la creación y de la acción, tanto para la generación actual, como para las futuras.

Para los publicistas el combustible es la venta del producto, para el pedagogo el combustible será el hombre inmunizado del síndrome masa, quizás con la vacuna del pensamiento autónomo.

Haciendo docencia de familia.
Las escuelas de trabajo social conjuntamente con las escuelas pedagógicas están en la obligación de alcanzar la construcción práctica del concepto de familia.

Hablamos y repetimos sobre la familia como célula fundamental de la sociedad, pero en realidad ni la construimos, ni la protegemos, ésta es una nueva obligación escolar y universitaria para la cual estamos obligados a crear un docente transdisciplinario que atienda estos menesteres, el docente de familia, encargado de crear el concepto, crear la didáctica de su enseñanza y mantener sana a la célula fundamental.

Construyendo valores tras la frontera del conocimiento.
El sentido de la profesión docente y por ende de la formación docente, tiene como plataforma orgánica la capacidad y tipo de pensamiento que el docente es capaz de producir.

El pensamiento de la reproducción nos ha conducido hacia una universidad segmentada y diferenciada, en donde el concepto de democracia se materializa en la homogenización del ser humano para su mejor control (escuela capitalista y socialista) y otra escuela de alta calidad o de la dirigencia caracterizada por la super estimulación y la capitalización de los productos de calidad para desde ahí constituir a las élites o dirigencias de las diferentes dinámicas sociales.

La educación homogénea se especializa en mantener al público lejos de la frontera del saber y de la construcción valórica, mientras que la otra educación capitaliza en la dimensión humana destacando la posición de frontera, la capacidad de construir saber y valores. Desde la homogeneidad se impone a la dominación, de cualquier índole, una es la de mercado y otra es la política, en todo caso, ambas, y cualquier otra que el lector desee agregar, mediatizan.

La misión del docente en general y del docente universitario en general es liberar la energía de lo humano por la vía del pensamiento de frontera y de los valores sometidos al escrutinio humano y no del mercado o la política, para desde ahí, liberar las dinámicas sociales y acudir a la creación, recreación o reafirmación a través de la aceptación autónoma.

Venciendo las barreras direccionales.
La estructura ancestralmente piramidal de la universidad provoca que las esferas directivas se distancien de alguna manera de las dinámicas cotidianas que ocurren en el terreno de las relaciones con los alumnos, esto, además de otras patologías, provoca que quien toma las decisiones se acompañe o se asesore de sus experiencias de pasado (las cuales a su juicio pueden haber sido mejores).

El origen de esta circunstancia, no tiene, ni debe ser residenciado, en la exclusiva responsabilidad de quien ejerce las funciones directivas, también es nuestra responsabilidad por no hacer una comunicación intensa para el cambio de las ideas en general y en particular para el cambio de las ideas directivas.

Lamentablemente el escenario anterior no es el peor, pues resulta que en no pocos casos, nos quedamos esperando las iniciativas y los permisos de los sectores directivos, esto es aún más patético y habla de que las llamadas barreras directivas están igualmente presentes en la base como en las autoridades.

Venciendo las barreras del personal.
Una forma de vencer las barreras organizacionales, que en realidad son mentales, tanto de los protagonistas dirigidos por su enquistada actitud de que el trabajo es rutina, y de los dirigentes por la absurda búsqueda del control a cualquier precio de los dirigidos, es provocando una plataforma operacional para el diálogo, la confrontación y la creación.

En el caso de los trabajadores intelectuales, en donde se incluye a todos los docentes, esto es una obligación tan imperiosa, que uno no logra explicar cómo es que puedan existir unidades de medida como la hora clase y los escalafones salariales.

Las ideas, al igual que las uvas, gustan de crecer en racimos.

EL nuevo protocolo organizacional de los ambientes universitarios debe abandonar la figura piramidal y la contextura maciza, para volverse plano y pulverizado, sostenido por redes que logran caprichosas formas de acuerdo al sentido y fuerza de las dinámicas que se logren poner en acción.

El protocolo orgánico será las ganas de trabajar y crear, lo cual se logra cultivando la autoestima de cada uno de los miembros de la comunidad educativa (docentes estudiantes y comunidad)

Los retos, el sentido del logro y el atractivo que representan las dificultades para alcanzar el crecimiento humano, serán los combustibles que a mi juicio acelerarán el crecimiento de la organización.

Produciendo sin desperdicios.
Este axioma, tomado de los paradigmas del Toyotismo es de agradable aplicación en el territorio educativo, entendiendo que formando la personalidad, no es posible que exista algún desperdicio, en principio todos, sin distingo de las cualidades, son productos.

Sin embargo el planteamiento central de la idea no es este, lo magnífico del axioma es que el docente se debe plantear el concepto de producción sin desperdicio, como un norte de vida. Ningún niño, ningún joven ningún ser humano puede ser un desperdicio, un retirado, un excluido, un reprobado.

La meta es que estas categorías desaparezcan del escenario educativo.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Leamos el siguiente artículo, preparemos una respuesta personal y esperemos una exposición sobre el asunto por parte de Daniel

El espectador
Colombia

Opinión 10 Ago 2008 - 5:43 pm
Una debacle en cámara lenta
Por: Paul Krugman

HACE UN AÑO, CONFORME SE IBA aclarando el perfil de la crisis financiera actual, yo sugería que ésta, a diferencia de una superficialmente parecida en 1998, no terminaría con rapidez. No lo ha concluido.
Las buenas noticias, supongo, son que hemos estado experimentado una especie de debacle en cámara lenta, sin los Viernes Negros dramáticos y cosas por el estilo. La forma gradual en la que se ha desarrollado la crisis ha generado entre los economistas un debate al estilo del de cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler, sobre si lo que estamos padeciendo realmente merece el nombre de recesión.
No obstante, incluso una crisis en cámara lenta puede hacer mucho daño si persiste por un año, y prosigue la cuenta. Los precios de la vivienda bajaron cerca de 16 por ciento el año pasado, y no muestran signos de estabilizarse. El dolor que ha provocado este descalabro se ha propagado ampliamente: hay millones de familias estadounidenses que no compraron títulos respaldados por hipotecas y no han perdido sus casas, pero aun así se han empobrecido por la destrucción de gran parte o todo su patrimonio neto sobre la casa.
Entre tanto, el mercado laboral se ha deteriorado aún más de lo que se podría suponer a partir del salto de la tasa de desempleo de los titulares. La medida más amplia del desempleo, que toma en consideración la cantidad en aumento rápido de trabajadores que se ve obligada a aceptar reducciones en el pago por hora y en los salarios, ha subido de 8,3 por ciento a 10,3 por ciento en el último año, casi llegando a su punto máximo de hace cinco años.
Y no hay final a la vista para el dolor.
Ben Bernanke y sus colegas de la Reserva Federal han recortado, desde septiembre pasado y en repetidas ocasiones, las tasas de interés que controlan. Sin embargo, no han podido reducir los costos de los préstamos para el sector privado. Las tasas hipotecarias son casi las mismas que las del verano pasado, y las de intereses que muchas corporaciones tienen que pagar han subido en realidad. Así es que la política de la Reserva no ha hecho nada para alentar la inversión privada.
El problema es el temor: las finanzas del sector privado se han agotado porque los inversionistas, afectados por las pérdidas en títulos que se suponía eran seguros, ahora son renuentes a comprar cualquier cosa que no esté garantizada por el gobierno estadounidense. Y es posible que la proliferación de los paquetes especiales de rescate —TAF, TSLF, el trato Bear Stearns, la cosa Fannie-Freddie— haya conjurado el pánico ciego, pero se ha quedado corto en cuanta a restaurar la confianza.
Oh, y esos reembolsos de impuestos que el Congreso y la Casa Blanca acordaron enviar por correo, ya hicieron cualquier bien que iban a hacer. Mirando hacia adelante, es difícil ver cómo los consumidores podrán seguir gastando incluso a su ritmo actual, lo que significa que es probable que las cosas empeoren considerablemente antes de que mejoren.
¿Qué más puede hacer una política? La Reserva prácticamente ya agotó sus municiones: nadie piensa que se logre más con reducciones adicionales en las tasas de interés (y hay una fracción en la Reserva que quiere aumentarlas para combatir la inflación).
Y no se puede hacer mucho, ni debería hacerse, para apoyar los precios de la vivienda, que aún son demasiado altos en términos ajustados a la inflación. Ni tampoco puede Washington evitar una crisis crediticia que continúa: las instituciones financieras extralimitadas en su capacidad y descapitalizadas tienen que sofrenar sus préstamos, y no es realista esperar que el sector público se haga cargo de todo, en especial cuando las instituciones cuasipúblicas como Fannie y Freddie también tienen problemas.
No obstante, hay un caso para otro paquete de estímulos fiscales más serios, como una forma de sostener el empleo mientras los mercados amortizan los efectos secundarios de la burbuja de la vivienda. El “plan económico de emergencia” que anunció Barack Obama la semana pasada es un movimiento en la dirección correcta, aunque yo habría deseado que fuera más extenso y más audaz.
No obstante, Obama ofrece más que John McCain, cuya política económica se reduce, principalmente, a “mantener el curso”.
A propósito, es sorprendente que la pésima economía no haya tenido mayor impacto en la campaña. McCain propone, en esencia, continuar las políticas de un presidente cuyo índice de aprobación en cuanto a la economía es de sólo 20 por ciento. Entonces, ¿por qué Obama no está más arriba en las encuestas de opinión?
Una respuesta podría ser que Obama, quizás inhibido por su deseo de trascender el partidismo (¿y evitar elogiar al último presidente demócrata?), ha sido sorprendentemente tímido en cuanto a atacar los antecedentes económicos de Bush. Un ejemplo: si se entra al sitio oficial en la Red de Obama y se da un clic en la página de temas económicos, lo que se verá primero no es un llamado al cambio, sino una cita larga del candidato en la que elogia las maravillas del libre mercado, que bien podría, y con toda facilidad, provenir de un discurso del presidente Bush.
De cualquier forma, regresemos a la economía. Titulé esa columna sobre las primeras etapas de la crisis financiera: “Cosas verdaderamente aterradoras”. Un año después, con la crisis aún desarrollándose, está claro que yo tenía razón en tener miedo.
*Columnista de The New York Times, profesor de Stanford University. c. 2008 - The New York Times News Service.
Paul Krugman