lunes, 23 de noviembre de 2009


El Proyecto Integral del Programa de Generación de Relevo

Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto pedagógico de Maturín
Subdirección de Docencia
El Proyecto Integral del Programa de Generación de Relevo
Alberto Muñecas Vecchione Octubre de 2009

Algunos parámetros para su definición:

El primer parámetro que conviene revisar es el reglamentario, en este sentido la universidad indica que: “El proyecto integral atenderá a tres dimensiones: La demostración pedagógica creativa en su área de conocimiento; La expresión universitaria innovadora y la acción investigativa autoformadora”.Desde estos marcadores, se puede establecer que el proyecto integral es fundamentalmente una formulación creativa universitaria con capacidad autoformadora del autor, candidato a docente universitario que se prepara a través de este programa.

Pero ¿Qué es la creatividad?, ¿Qué cosa es la innovación? y ¿Cómo explicamos la autoformación?. En mi apreciación estas tres categorías tienen en común la consecución y mantenimiento del valor humano libertad. De forma ilustrativa puedo decir que estos conceptos son impensables en una sociedad monárquica, comunista o de constitución religiosa, pues conducen al cambio social como norte de la acción social, lo cual es contraproducente en las sociedades que se establecen como norte el no cambiar.

Por lo tanto podemos afirmar que el programa de formación de la generación de relevo se inscribe dentro de conceptos auspiciadores del cambio social, dentro de una sociedad que asume sus riesgos contando con la participación libertaria de todos sus miembros. Se trata, en síntesis, de una espiral de doble anillo (libertad y formación) que desencadena sus energías contando con la participación de todos los ciudadanos en todas las esferas y de ahí obtiene la constitución de su nivel de desarrollo.Pero regresando al reglamento hay que advertir que el espíritu descrito en los dos párrafos anteriores está determinado por la presentación formal del “proyecto integral”, el cual debe regirse por las Normas del Manual de Trabajos de Especialización, Maestría y Tesis Doctorales de la UPEL, en donde principalmente los aspectos metodológicos convierten a los productos en asuntos normalizados que podan la potencia creativa que puedan haber tenido en sus fases de ejecución.Aparte de esto, el mencionado manual se dedica a las normas de proyectos que se inscriben en los esquemas de presentación de resultados de investigaciones, y aunque deja espacio para las excepciones, resulta absurdo que se remita al “proyecto integral de generación de relevo” a respetar el mencionado constructo, siendo que la coincidencia posible apenas se refleja en las excepciones para los trabajos formales de investigación.

Este punto me lleva al segundo parámetro, de ámbito conceptual ¿qué es un proyecto? En los términos más formales es una idea o un planteamiento que comienza. Pero para los efectos particulares del programa de generación de relevo, es un producto que marca la culminación de una acción pedagógica integral, la cual se realiza a través de un proceso intenso de formación, bajo el cumplimiento de la misión y objetivos de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, ente que se hace representar en este caso por un tutor académico y unos acompañantes administrativos constituidos por los coordinadores de programa, jefes de departamentos, coordinador de generación de relevo y subdirector de docencia.Por muy extraño que parezca, el constructo lingüístico “proyecto integral de generación de relevo” explica a una categoría de proyecto que evalúa el final de una gestión, por lo tanto la figuración universal de proyecto “idea que comienza” no funciona para este caso.

Por otra parte, el concepto “integral” se presenta también como desamarrado al referente lingüístico que representa. En el reglamento se habla de docencia, extensión, investigación, identidad institucional y desarrollo personal, por lo cual se debe entender que estas funciones son las que contienen a la integralidad solicitada, pero a mi juicio son totalmente insuficientes para abarcar el peso del concepto, por lo tanto será trabajo de los tutores y demás comprometidos con el programa de generación de relevo ampliar las fronteras de la integralidad que el parámetro normativo no alcanzó.

Esta particularidad despierta la creatividad interpretativa y permite viajar lejana y profundamente en la teoría de gestión, a fin de intentar lograr un perfil que permita a la gestión innovadora de los candidatos a docentes universitarios, trabajar y sintetizar su producción en un constructo medianamente prefigurado, a fin de impedir peligrosas interpretaciones finales por parte de los evaluadores, que pudieran no entender la dicotomía que se esconde en esta particularidad de proyecto. Además hasta hace pocos años se evaluaba al candidato a docente universitario formado por este programa, a través de una memoria académica, lo cual representaba una categoría mucho más indiscutible y en consecuencia marcaba claramente los parámetros de evaluación. Pero, un “Proyecto Integral” para ejecutar la evaluación de un producto terminado no deja de ser una temeridad y en consecuencia una amenaza importante para el éxito del programa de formación que cada participante debe defender.

La afirmaciones de los párrafos anteriores me llevan al tercer parámetro a revisar, pues, a esta altura del escrito, puedo decir a favor de esta nueva forma de evaluación, que ésta, en el fondo, representa el viaje de la condición administrativa a la condición gerencial, lo cual no es poca cosa, pues se trata de abandonar la visión bancaria de la gestión, presentando el inventario de lo realizado o atesorado, para en su lugar abrazar la gestión como un reto y al mismo tiempo como un riesgo, para atender problemas que se materializarán representando una realidad que hay que intervenir con pertinencia y propiedad.

En efecto, un gerente es un sujeto que construye rutas, mientras que un administrador es aquel que produce el mapa seguro de la ruta lograda, pormenorizada además con el balance de sus beneficios y dificultades, dando consistencia a los tesoros de la organización y el cumplimiento de sus objetivos. Por lo tanto, hablar de “proyecto integral” y no de “memoria académica”, es un acierto para dinamizar al programa de generación de relevo, el cual al fin y al cabo se conserva como una opción muy sui generis en el menú de posibilidades disponibles para formar docentes universitarios en su momento inicial.

Si se asumen las modernas teorías de la gerencia inspiradas en la calidad total, la reingeniería constante de los procesos, la producción sin desperdicios y la inclusión de la máxima cantidad de prestaciones en los productos, e incluso la modernización a futuro de los mismos, mejorando el rendimiento de la existencia de los mismos, encontraremos que al programa de formación de relevo le es beneficioso contar con estas cualidades teóricas, pues lo inmunizan contra la clonación del recurso humano, que lo puede conducir a producir docentes alejados de la pertinencia temporal.Precisamente de aquí se desprende el cuarto parámetro, que se hace visible cuando se evidencia el vacío en el que queda el constructo luego de ser presionado en su definición.

Revisemos entonces los procesos teóricos que configuran al programa de formación de la generación de relevo, en primer lugar resalta el hecho de que se trata de una generación que es formada por otra generación, y, en consecuencia la tentación de la clonación de las ideas de la generación en retirada dentro de los individuos que se preparan para el futuro no es una alternativa válida, por lo tanto es obligatorio pensar, cómo se forma a una generación de relevo. Lo primero que hay que capitalizar es la inexperiencia, pues ello es la base de la permeabilidad teórica y moldeabilidad práctica y lo segundo que hay que considerar es la preparación exitosa que exhiben los participantes.

Estos sujetos, en su mayoría, no conocieron a la Billos Caracas Boys ni a Pedro Felipe Ledezma, tampoco conocieron la UGA, los walkman o los patines de cuatro ruedas, por lo tanto su esencia identitaria es diferente a la nuestra, a pesar de compartir el gentilicio y vivir una temporada junto a nosotros, los docentes que ya exhibimos mayor edad. Estos sujetos, por ejemplo, no saben lo que es una renovación universitaria o la construcción de un nuevo diseño curricular, ellos en su mayoría eran ajenos a estos asuntos en la temprana segunda mitad de la década de los noventa, cuando la UPEL hizo su última y ya muy lejana renovación.

Entonces que es para estos candidatos un proyecto pedagógico, ¿han tenido oportunidad en estos últimos años de su formación de conocer de cerca que es esto? Lo que conocen son programas pedagógicos que transitan sus ya alargados caminos, los cuales en sí mismos ya tienen dificultades para determinar por qué son así. Esto es porque responden a un paradigma que ya pocos pueden explicar, mismo al que estos candidatos a iniciar su carrera de docentes universitarios tienen dificultades de entender, ya sea desde la oralidad o la escritura, pues todas las explicaciones lucen descontextualizadas con la época y sus dinámicas, como de hecho lo están.Ellos ven lo que nosotros no vemos, operan como nosotros no podemos operar y entienden el mundo desde otro punto de vista, el cual se debate con el nuestro para construir posiciones negociadas, pero que al final siempre representan el sepulcro de nuestras ideas bases y el combustible para el viaje que los nuevos docentes inician, en donde nosotros, los formados ya añejos, tenemos que embarcarnos para poder seguir sobreviviendo.

Se trata de entregar la guardia, concediéndole a ellos el control y el puesto de vigía, para permanecer en una ilustrada y útil retaguardia que le de peso en la popa a un barco que orgulloso levanta altanero su proa, con una tripulación unida que ubica la juventud adelante asumiendo su responsabilidad, su reto, su aprendizaje y le otorga a los docentes de experiencia, la misión de darle profundidad a las nuevas estrategias que recorrerán las nuevas rutas.

El quinto parámetro es la consistencia de estos candidatos a docentes universitarios, quienes provienen de prácticas educativas exitosas y que además ostentan las mejores calificaciones de sus cohortes, buenas notas generalizadas, ausencia total de reprobaciones, rigurosa buena conducta y por si eso fuera poco, formados en el mismo nicho en donde pretenden trabajar, lo cual por lo demás determina, para bien o para mal, una comprometida identidad con la organización. Digo para bien o para mal, pues siempre existe el riesgo de la contaminación con las prácticas impropias siempre presentes lamentablemente, que pueden haber marcado en forma negativa sus procesos formativos.

De este riesgo se desprende el sexto parámetro consistente en la detección y manejo de prácticas pedagógicas, todas ellas, tanto las deseadas, como las indeseadas, las tradicionales y las innovadoras, dentro de las cuales podemos nombrar entre otras: El modelaje a través del discurso y el ejemplo, la formación para aprobar el examen y no para constituir a un excelente profesional. La dedicación excesiva a los asuntos de manejo de contenidos específicos y el abandono de construcción de elementos vitales de la personalidad del formador, tales como autoestima y motivación al logro, apego al trabajo grupal y de resultados compartidos, aparte de la estimulación de la auto formación del estudiante, por encima del ejercicio de recitar los códigos y decálogos de cada ámbito del comportamiento profesional.

El acercamiento a la tecnología, la limitación de las representaciones de la “clase”, la preferencia hacia el aprendizaje por experiencias reales, el abandono del libro como origen exclusivo del conocimiento, El uso cada vez más limitado del aula de clase como lugar para los supuestos procesos acelerados de representación para el aprendizaje, el abandono de la soledad del docente como práctica validada de docencia, la instalación de los equipos docentes para la coordinación de las estrategias para el aprendizaje y el uso de las mismas dinámicas para coordinar las prácticas autoformativas de los estudiantes, acompañados de la diversa gama de miembros de la comunidad que suelen estar solícitos para participar apropiadamente en los procesos formativos, son apenas una muestra de lo que podemos llamar una verdadera revolución didáctico pedagógica, impulsada desde sus propias entrañas conceptuales y no desde la inyección de extrañas y foráneas premisas que no logran desencadenar las cadenas que amarran a la historia de la pedagogía.

Basta decir que cuando esta generación saliente se formó, el conocimiento sobre los procesos cerebrales era realmente muy escaso: no hace todavía quince años era imposible saber los procesos de un cerebro funcionando, misterio que ha ido develando la resonancia magnética funcional cada vez con más éxito, apenas en los últimos treinta años es cuando han surgido recursos de comunicación con la interioridad de la personalidad como la programación neurolingüistica y sólo desde hace unos cincuenta años se han configurado y expandido los principios del constructivismo, mudando el concepto de realidad como algo externo, para convertirlo en un atributo mental.

Todas estas categorías han sido aprendidas por nosotros, los añejos, durante nuestro ejercicio profesional y por condición natural sólo las hemos incorporado en forma marginal a nuestro menú de recursos intelectuales, debido a que somos adictos por naturaleza a nuestros primeros conocimientos. Pero para estos nuevos docentes, esto es, o debe ser, parte de sus primeros conocimientos y por lo tanto consiguen con facilidad la creación de nuevos conceptos y prácticas pedagógicas.Si a esto le anexamos el cruce de las disciplinas como un fenómeno que estremeció toda la epistemología del conocimiento en la segunda mitad del siglo pasado, convirtiendo en parte del sentido común la multidisplinariedad, y en un recurso central del trabajo docente a la transdisciplinariedad, encontraremos que los marcos de trabajo para el generación de relevo, tienen muy poco que ver con la generación de salida que los está formando.

Esto invita entonces a robustecer el concepto de autoformación que se explicita en el marco normativo del programa, a fin de revolucionar a la corporación, llevar al centro lo que se mantiene como marginal y en definitiva formarse a si mismo, a los estudiantes en formación y a las generaciones de salida también.

La materialización de estos nuevos principios pedagógicos se comprometen con el desarrollo del respeto a los derechos humanos, impulsados con fuerza en todo el mundo por la Organización de las Naciones Unidas desde el final de la segunda guerra mundial, como un recurso primario para el mantenimiento de la paz.Para ilustrar más este rápido análisis, el cual contextualiza las prácticas pedagógicas, hay que agregar el surgimiento del concepto planetario como una categoría realmente existente en las imágenes de realidad que se forma la población educada del planeta. Esto es la aceptación de que el planeta es un concepto y una realidad que realmente cada ser humano puede manejar, gracias a otro proceso que llamamos globalización, hecho realidad gracias a tecnologías de comunicación y transportación que pone al planeta en contacto con las personas.

Ya antes, al inicio del siglo XX, se había consolidado la categoría nacional, gracias entre otras cosas al surgimiento de medios de transporte y comunicación que acercaban todos los espacios del país para la mayoría de sus habitantes. Este proceso aunque lento y muy diferenciado entre países, ocurrió y consolidó el ejercicio de la soberanía como un acto particular real de cada ciudadano, modificando los conceptos correspondientes.

Estando así las cosas, el docente deseado para el futuro compromete de tal forma la renovación de la práctica pedagógica, que las tendencias modernas hablan de la participación intensa de los actores que constituyen la realidad, tales como la comunidad, las empresas y el resto de los estudiantes, todos ellos componentes principales de los recursos informativos y formativos de los jóvenes y los no tan jóvenes, en una especie de escuela colectiva o sociedad docente.Pero para que esto se materialice debemos ponerlo en práctica bajo la tutela de estos noveles docentes, con confianza en ellos y con sentido de construcción grupal Se trata de otra educación multiestimulada, la cual se convierte en una educación liberada. Esto es, una educación liberada de las ataduras políticas que constriñen a la formación de sujetos ciegos a los controles y esclavitudes, siendo que esto es, lo que la educación y sólo la educación puede negar.

Pero una educación liberada no sólo desecha las ataduras políticas y del sometimiento social, sino que también deshace de las ataduras conceptuales y metodológicas que permiten maniatarla al tubo de las rutinas, haciéndola prisionera de la historia.Con esto quiero decir, que si el lavado de la ropa evolucionó en los últimos cien años desde el manduco a la lavadora, la cual últimamente no requiere del ama de casa para hacer su trabajo, no tiene justificación que el aula de clases sea desde hace doscientos años unos pupitres, un docente y una pizarra donde trabajan sobre unos estudiantes pasivos y constreñidos a su “sitio” léase no el de Internet, sino el de las filas de pupitres que les corresponde ocupar y de donde no deben moverse.

La docencia y la extensión vivencial, la anexión de las tecnologías de información y comunicación y la investigación acción son los nuevos indicadores de los procesos formativos que se muestran capaces de romper estas y otras ataduras que la educación actual está construyendo y manteniendo. Se trata de que el ámbito aula – libro – cuaderno ha sido superado como insumo formacional por tecnologías que asombran a cualquier adulto, enredándolo entre la necesidad de adaptarse a los cambios de paradigma y la comodidad de sus viejas prácticas. El discurso del docente y la musicalización de la estudiantina o la coral escolar, han sido superados por Mr. Google, una nueva aula de clase planetaria donde habitan en forma virtual y en una especie de “second life” todos los docentes necesarios, los artistas y los equipos deportivos, siempre prestos a cubrir su turno de clases, también pasan por allí los agentes perjudiciales, cual antes cualquier compañero llevaba un cigarrillo y una revista de Playboy a clases.

Pero por supuesto, no todo puede ser resuelto por la virtualidad, la formación actual se debate entre el Nintendo y la acción corporal, para el primero ya el mercado publicitario tiene sus estrategias, mientras que para el segundo la sociedad sólo cuenta con la coordinación de los docentes para nutrir las acciones familiares, vecinales y estadales que forman el intercambio energético que los sujetos deben mantener con la realidad, con la realidad real, no con la que reside en la mente de los sujetos de acuerdo al constructivismo, sino con la que vive junto ellos y los determina.

El séptimo parámetro es la incorporación de los protocolos de investigación a las prácticas pedagógicas, esta condición supuso todo un viaje teórico y metodológico en la educación, partiendo desde la investigación positivista relacionadora de elementos para determinar sus compromisos, pasando por los estudios fenomenológicos de la causa y el efecto, ambos ya abolidos, para llegar a lo que actualmente llamamos la investigación – acción, la cual se presenta en el horizonte con una fuerte carga de esperanza para accionar en forma potente la transformación de la ecuación docente – alumno. Así, lo que inicialmente se planteó como una oferta protestaria frente al imperio de la investigación positivista, se presenta hoy como un modelo para la actualización constante del currículo. En su inicio este modelo se presentó como sustitutivo de los paradigmas para la investigación educativa, en una especie de forzamiento de desintegración entre el acto docente y el de investigación, con el fin de resguardar la distancia entre el docente que atiende alumnos y el que investiga los procesos.

Esta aberración, corrida desde los predios positivistas, inhabilitó el empuje del modelo por bastante tiempo, hasta que Lawrence Stenhouse discernió sobre el poder que daba al docente este instrumento en la transformación de la enseñanza y la construcción de un currículo configurado desde la fuerza transformadora de las dinámicas de clases y la inclusión de la acción de los estudiantes, los familiares, los vecinos y por supuesto los docentes, construyendo con libertad desde sus propiedades intelectuales y lecturas sociales, las respuestas que la realidad requería para transformarse hacia niveles de calidad, de derechos y de propiedad de acción.Esta fecunda guía para el profesor, es lo que hoy llamamos la investigación acción como herramienta pedagógica y constituye, además de un bastión de libertad, un estandarte de integralidad.

La investigación – acción es un método cualitativo de acción social crítica, el cual ilustra y transforma a los individuos, para desde ahí procurar el mejoramiento social. Se basa en la estrecha relación entre la teoría y la praxis en forma amplia, flexible e inclusiva de todos los actores independientemente de su calificación profesional.Bajo estas premisas la investigación acción resalta estilos etnográficos y naturalistas, a fin de comprender la complejidad social y ecológica donde ocurren los hechos educativos.

De esta forma, sin apartarse de los rigores metodológicos, la investigación acción se residencia exactamente al lado de los actores, sin presunciones de superioridad o de teoricidad inalcanzable y se configura como una alternativa explicativa de los procesos en su camino a la universalización como alternativa de validación.Bajo estas premisas, la formación es un acto de cooperación destinado a alcanzar la conciencia crítica y reflexiva de todos los participantes y relacionados con el hecho social. La resonancia social es una de las cualidades principales de los procesos de investigación – acción en educación, pero para que esto ocurra el proceso debe cumplir con los requisitos de libertad y apego real a las variables sociales relacionadas con el asunto a transformar.

Es oportuno agregar, que se debe tener cuidado con el falso pensamiento crítico que habla de igualdad como premisa básica, este error interesado para producir la inmovilidad de la sociedad, eclipsa las variables y los resultados reales, impidiendo el desarrollo con todos sus errores y aciertos. Hablar de igualdad en los procesos sociales no es lo mismos que hablar de igualdad ante la ley, los derechos y los deberes. Hacer esto en relación a lo social es cometer un error de desconocimiento de la condición humana, pues la esencia de esta especie, dependiente del desarrollo de su pensamiento, es precisamente la libertad de pensar, de donde se desprende irremediablemente la diferencia.

Pero esta es una diferencia a la que no hay que temerle, pues es la que ratifica la condición humana, por lo tanto en el estudio de lo humano, todo lo que parta de la igualdad, realmente lo que está escondiendo es el control, la sumisión social y lo inhumano. Para ilustrar esta afirmación basta con ver los resultados que han obtenido las sociedades igualitarias desarrolladas con categorías cercanas al comunismo, en donde al no respetar la diferencia se atrofia la condición humana de la autoestima y el esfuerzo para su autoconstrucción y como consecuencia florece la pobreza estructural.

Alternativas de Materialización para el “proyecto integral”

Desprendido de toda esta parafernalia argumentativa que intenta explicar que tipo de “proyecto integral” es el que debemos buscar, presento algunas ideas que pueden contribuir a ilustrar cual podría ser la figuración definitiva de este constructo.

Primera línea de acción:

Lo que está en juego es la evaluación de un proceso de formación que marcará un destino de vida, lo cual no es poca cosa, por lo tanto por delante de esta acción debe estar la definición de que es lo que se está evaluando. Esto está claro en el marco normativo y exactamente dice que los perfiles a evaluar son: La identidad institucional, la docencia, la investigación, la extensión, el postgrado y el desarrollo personal, por lo tanto llámese como se llame, el producto final debe dar cuenta sobre estos mandatos. Igualmente el marco normativo dice que el “proyecto integral” del becario debe estar relacionado con el área de conocimiento objeto del concurso y además agrega que debe estar aceptado por el tutor, el Jefe de la Unidad Académica o el Coordinador del Programa respectivo, desde el primer semestre de estudios.

Con estas demarcaciones, el modelo normativo demuestra ser un alarde de estrechez de visión, circunscribiendo todo al área del conocimiento, pero la realidad es que esta área es parte integral de un todo que genera productos docentes, mismos que no son solamente portadores de conocimientos, sino que también son formadores de la personalidad de los jóvenes. Por lo tanto el “proyecto integral”, para ser integral, tiene que incluir una visión sobre la especialidad en que labora y otra sobre el profesional que en general se impulsa desde esta casa de estudios hacia la sociedad.

Segunda línea de acción

Las prácticas pedagógicas son, si se quiere, el plato fuerte que debe considerar el “proyecto integral”, sin embargo en la actualidad las prácticas pedagógicas son difíciles de delimitar de las extensionistas o de investigación. La teoría de la complejidad, -que para nada se expresa en el modelo normativo y que se queda estacionado en la fraccionalidad,- es la que está imperando en las prácticas sociales, sea que los profesionales tengamos instrumentos para detectar y analizar esto, o sea que no lo tengamos y en consecuencia seamos ciegos delante de las mismas, ellas ocurren irremediablemente y generan peso social y consecuencias hacia el ámbito educativo.

Tercera línea de acción

Es entonces cuando modelos como la investigación – acción o la teoría de los impactos cruzados se imponen como recursos para poder atender las prácticas contemporáneas, de manera que no sean mutiladas en su interpretación y se produzcan las patológicas distancias entre la realidad externa y la imagen que de la misma se levanta en el pensamiento de los expertos o los actores.Los rangos del paradigma mental desde donde asumen y asumirán el asunto educativo los docentes formados en el programa de formación de la generación de relevo, son un punto de vital importancia para el éxito del programa, no medido a través del número de egresados exitosos, sino desde la cantidad de muros de pasado que logren derribar.

El aula de clase, la planificación en solitario, la evaluación depredadora, el discurso monologista, el estudiante oyente, la desarticulación de las comunicaciones inter estudiantes, la prefiguración experta del docente y en contrapartida de ignorante del estudiante, el cuaderno como agente de estudio, el ruido de las hojas del cuaderno buscando la respuesta a la pregunta que hace el profesor, son todos ellos indicadores de fracaso, mismo que además es escondido bajo el síndrome de “porecito” a través del cual se aprueba a los impropios, a pesar de la estafa intelectual que llevan por dentro.

Patologías como estas tienen que ser abordadas por los participantes del programa de generación de relevo, como contenidos generales de sus proyectos integrales de trabajo. Lo expresado no es un capricho intelectual personal de quien escribe, sino un mandato corporativo de la universidad que está plasmado claramente en el artículo 26 de las normas del programa de formación de la generación de relevoA mi juicio el “proyecto integral” debe ser florido en acciones innovativas, creativas y autoformativas, las cuales por supuesto se destacarán o iniciarán desde el área de conocimiento correspondiente, pero deben expandirse hasta la escala integral del instituto, la docencia, la educación y la sociedad.

Aparte de las iniciativas innovativas que los participantes puedan exhibir, estas tienen que ser capaces de prendarse del público estudiantil, de manera que se incluyan como agentes de innovación. De ser posible esta ecuación debería repetirse en los actores sociales que puedan ser incorporados por las vías de la investigación, la extensión y la docencia.Cualquier “proyecto integral” tiene que estar comprometido con las tecnologías de información y comunicación y por lo tanto debe incluir el uso de la radio, la televisión, los archivos de información de la web, los correos electrónicos, los Messenger, el Facebook, los mensajes de textos y el Twitter, entre otras alternativas de comunicación y formación.

El manejo de los laboratorios en tiempos de escasez, las clases vivenciales, los trabajos de campo, las clases compartidas, las dinámicas de participación estudiantil en los procesos formativos, los clubes de conocimiento, el trabajo pedagógico y comunitario voluntario, la relación con las empresas, con las estructuras de gobierno, con las organizaciones no gubernamentales y con la comunidad, son otros aspectos que, de acuerdo al caso, deben estar presentes en los “proyectos integrales”.

Las prácticas profesionales convencionales en los planteles escolares y las no convencionales en otros ambientes reales y virtuales que tengan cualidades formativas, las innovaciones en cada una de ellas y las huellas que los participantes logren en estos casos es otro de los contenidos que pueden estar presentes en los “proyectos integrales”.

La huella que el relevista produce en su tutor, en sus compañeros de trabajo, sean supervisores o no, en los estudiantes, sean sus alumnos o no, son otro componente que debe tener espacio en el “proyecto integral”. En el aspecto formal yo visualizo el proyecto integral como un corte longitudinal en la gestión del docente en formación, de manera que el mismo tendrá una expresión relacionada con la memoria de lo logrado, hasta el momento que la corporación establece su evaluación para su promoción como personal ordinario en período de prueba y otra expresión sobre las líneas deseo para continuar y corregir las acciones que viene desarrollando.

Cuarta línea de acción

Más allá de la diferencia que guardo sobre el significado y el referente de este constructo lingüístico particularísimo del programa de formación de la generación de relevo de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, me enfrento al hecho de que en breve tiempo los candidatos en formación deben ir a la etapa de conclusión de su formación como becarios de este programa y se encuentran ante la necesidad de definir en forma clara cuál es el perfil del mismo, para tener establecidas las reglas de juego y evitar situaciones incómodas en el momento de la evaluación de los constructos teóricos que estos becarios producirán. Como paradigma metodológico propongo una adaptación del modelo de investigación – acción, por lo tanto el constructo deberá contener aproximaciones particulares e integrales sobre las siguientes categorías:
*Estudio del Problema definiendo las características del asunto seleccionado, las técnicas e instrumentos de levantamiento de información y como condición final de la fase de conceptualización del problema.
*Elaboración de la Propuesta de solución que debe incluir estrategias de solución, procedimiento metodológico y referencias teóricas que orientan la aproximación al área de problematización y su propuesta de solución.
*Aplicación de la Solución al Corpus pedagógico, seguido de detalles sobre las alternativas de solución encontrada.
*Comunicación de los resultados En este apartado se incluye cuales fueron los resultados parciales disponibles hasta el momento, los impactos y las huellas registradas.
*Continuidad del “proyecto integral” En este último apartado que no es un componente formal de la metodología de investigación – acción yo incluyo las líneas de deseo y las metodologías que el candidato visualiza para darle continuidad a su proyecto.

Como se puede ver la magnitud de la tarea cabe con estrechez dentro de los rangos que permite el modelo, pero con una dosis interesante de creatividad puede reinterpretarse y adaptarse a las particularidades que impone el “proyecto integral” de generación de relevo en general y el de cada participante en particular.