martes, 31 de marzo de 2009

POLÍTICA DE FORMACIÓN DOCENTE

Aclaratoria inicial
El texto que presento a continuación se escribió en primera instancia en Enero de 1998 a propósito de la consulta universitaria sobre la política de Formación docente de la UPEL, posteriormente en Abril de 2008 se adaptó a una ponencia que fue presentada como ponencia en el foro “Política, Ética, Currículo y Formación Docente” en el marco del Encuentro Regional de Formación Docente realizado en Maturín el 16 de Junio de 1998. Tal y como se escribió, sin transformaciones ni adaptaciones lo pongo en el edublog para complementar el trabajo de estudio de la política de Docencia de la UPEL.

Cuerpo del Texto
En el mes de Julio de 1997 una comisión creada por el Vicerrectorado de Docencia de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador presentó a la comunidad Upelista un proyecto de Políticas de Docencia, destinado a la discusión profunda de la comunidad, para desde ahí, redactar un documento final para ser asumido como política de la Universidad.

A propósito de ese documento, este analista presentó algunos juicios al respecto, los cuales se desean ampliar y profundizar en el marco de este evento académico.

En esta oportunidad quiero comenzar mi comunicación abordando un concepto trascendental para este momento de la educación nacional y que precisamente la propuesta de la comisión aborda desde sus primeras letras. Me refiero a la doctrina del “Estado Docente”, la cual consiste en asignarle al estado la obligación de asumir el proceso educativo en su totalidad; desde su filosofía y estímulos, hasta el financiamiento de la inversión necesaria.

La doctrina del “estado docente” ha sido tan fuerte en nuestro país que condujo al establecimiento de una infraestructura nacional de escuelas de financiamiento público que, a pesar de los deterioros, cubre prácticamente todos los rincones de la geografía nacional, en cada una de ellas uno o varios funcionarios públicos cumplen su tiempo de contratación educando a los niños en los salones escolares, desarrollando programas educativos “estandarizados” para todo el país, a través de rutinas instrumentales que para nada alimentan la creatividad e intelectualización de los docentes.

De tal magnitud es en nuestro país, la categoría de que la educación debe ser de financiamiento público, que el concepto de educación privada se convirtió en una categoría pecaminosa, donde el peculio a través de su ejercicio, todavía hoy resulta contraproducente para muchos. Esto no tiene nada de extraño dentro de los patrones culturales nacionales, pues en realidad las dimensiones del populismo Venezolano fueron de tal grandeza, que a pesar de garantizarse constitucionalmente la propiedad privada, el estado y la educación pública no fomentaron el amor a la iniciativa privada y en su lugar desarrollaron el apego a la regalía estatal, tanto de servicios (léase: correo, electricidad, agua, etc.), como de empleos (léase: todo tipo de obreros contratados en Ministerios como ejércitos electorales pero sin misiones de trabajo), así como también de dádivas eternizadas (léase: planes de alimentación, de vestido, etc.)

En el marco de esta realidad se desarrolló la doctrina del “estado docente” la cual pudo haber sido necesaria al momento de iniciar la modernización del país, como un programa de estimulación provisional, pero que, adentrada en la rutinización y en la obligación, contribuyó, a juicio de este analista, al deterioro de las condiciones de vida y a la quiebra económica del país, ya que se patrocinó y logró crecimiento poblacional, pero no se contribuyó a proporcionarle a esa población, mecanismos eficientes de éxito y autonomía económica.

Por otra parte la doctrina del Estado docente, se ha desdibujado también por transformaciones sociales ineludibles tanto a nivel interno como externo y por variables de tipo políticas y económicos, las cuales han estado indicando desde hace varios años que se requiere de su revisión. Los sistemas económicos han cambiado gracias a la competitividad, proceso ineludible frente a los crecimientos poblacionales indetenibles que provocan una carrera más desesperada y eficiente por los cada vez más insatisfactorios recursos económicos. Los sistemas políticos agigantados han perdido a sus clientelas cautivas y ahora sus seguidores se desplazan sobre plataformas más abundantes y cambiantes. Todo ello sin nombrar que el poder de los medios de comunicación masivos invade el territorio del líder local y conduce a la población de una manera más eficiente e íntima.

Sólo estos elementos. ya permiten pensar que el poder del docente también se ha disminuido y que la majestad de aquel funcionario enviado por el estado, único todopoderoso del reino de este mundo, se ha disminuido hasta el punto de que la educación ha comenzado a estar en manos de nuevos actores sociales, los cuales dibujan la necesidad de una nueva categoría comprometida con la doctrina de la “sociedad docente”.


Esta categoría está debidamente definida en bibliografía de reciente aparición y desde este punto de vista se incorpora con importancia la acción de la sociedad civil, sus iniciativas y estímulos hacia sus jóvenes generaciones, y se restablece la comunicación entre comunidad y escuela, procurando quitarle a ésta última la figura de espacio gubernamental que produjo la filosofía anterior.

También es oportuno advertir que el maestro que estamos necesitando para estos nuevos retos, no sólo no debe limitarse a ser líder de su comunidad, sino que debe formar una comunidad de líderes, lo cual representa una filosofía distinta de la escuela y de las funciones del docente dentro y fuera de su aula de clases.

Una patología complementaria de la problemática del estado docente es el concepto de escuela pública, es mi parecer que todas las escuelas son públicas, lo que cambia es la fuente de financiamiento, pues unas pueden ser financiadas desde dineros públicos y otras desde fuentes privadas, empresariales o familiares, sin embargo el concepto de escuela pública que predomina en los escenarios sociales actuales es el de aquella escuela que obtiene sus recursos de los erarios públicas, siendo todas las otras privadas. Cuando el proyecto que sirve de base a esta ponencia y el evento en el que ahora nos encontramos, dicen que defenderán el principio de escuela pública parece hacerlo desde este segundo concepto, y en mi apreciación, esto es por lo menos lesivo al principio constitucional de iniciativa y propiedad privada, creo que lo que se debe defender es el principio de la escuela como servicio público, independientemente de la propiedad de la iniciativa de quien lo brinde. La Universidad Pedagógica Experimental Libertador, como servicio público de formación de docentes está en la obligación de defender a todo el sistema escolar, garantizando la calidad del recurso humano que proporciona para todas sus modalidades.

Adicionalmente pienso que la problemática que se está generando dentro y en torno de la escuela privada no es posible de ser obviada y requiere de atención urgente e importante, entre otras razones, porque el docente que estamos produciendo es implícitamente formado para ser un empleado público y no un empresario educativo, y en tal sentido no sólo tiene limitaciones para tales competencias, sino que adicionalmente siente vergüenza de ser tal cosa, lo cual, por lo demás, es una fuente de peculio perfectamente válida.

A tal punto está arraigada esta concepción, que el Ministerio de Educación y la comunidad docente censura y persigue, año tras año el aumento de las matrículas escolares, pero paga resignada el aumento de los automóviles o las medicinas.

Analizando el tema desde otros puntos de análisis, pienso que una política de formación de docentes tiene que adentrarse en el desarrollo de los valores, en este sentido, la solidaridad, la honestidad, la soberanía, el amor y el resto de los valores básicos de nuestra cultura deben encontrar prioridad de expresión y formas de desarrollarse e incluso evolucionar hacia categorías superiores de las que actualmente presentan.

Igualmente pasa con principios tales como la adaptación de los ciudadanos a la idea de aceptar nuevas carreras, renovaciones constantes de conocimientos y altos niveles de creatividad, lo cual es fundamental para poder producir el docente capaz de asumir los retos que la sociedad prepara para su porvenir, en tal sentido la política de formación docente de la universidad no sólo debe visualizar tal porvenir, sino construir desde su acción académica.

En este sentido siento que el problema es altamente complejo, una política de docencia de nuestra universidad debe procurar ofrecerle a la sociedad los asuntos que actualmente se le privan o se le dan con deficiencia de calidad, en nuestro ámbito lo que está fallando es colocar en la sociedad en forma organizada el conocimiento, la técnica, la inversión, la productividad, la competitividad y el servicio social, entre otros componentes necesarios de la acción educativa y que para que ocurra tal caso deben estar presentes en la formación de los docentes.

De la misma manera pienso también que es necesario partir desde principios organizacionales que privilegien la imagen de corpus organizacional en lugar de la predominancia actual del corpus individual de logro personal del docente, se entiende que la labor docente guarda mucho de artesanal y así debe seguir ocurriendo, pero hasta los artesanos han logrado alcanzar categorías organizacionales, con las cuales no sólo han podido mejorar sus productos, sino también sus rendimientos y procesos.

Concluyendo el tema organizacional y adicionándolo a la idea anterior, siento que para lograr esto es necesario que la docencia de la universidad proceda desde un principio de exigencia constante a sus docentes, que garantice la calidad de la educación que brinda, y supedite la estabilidad laboral de quienes en ella trabajamos, a fin de evitar tener que cargar con un docente inapropiado hasta que ocurra su jubilación.

Otro tema que considero trascendental exponer en una comunicación concerniente a la política de docencia de la Universidad es el relativo al de la Autonomía Universitaria, al respecto expreso que asumir plenamente la vigencia de los principios de autonomía universitaria y libertad académica requiere de toda una discusión sobre lo que esto representa.

Hablando sólo desde la conceptualización histórica de los mismos, queda abierta la necesidad de revisar sus categorías, para redefinirlas y aceptarlas desde nuevos términos que permitan garantizar la desaparición de algunas patologías que hablan de la descontextualización tanto de la universidad como de la autonomía, para que no ocurra, por ejemplo, que amparados en la autonomía y la libertad de cátedra haya quien se enquiste en prácticas y conocimientos que impiden el logro de la excelencia universitaria.

Frente a tales realidades, es necesario sincerarse y revisar, para determinar que cosas de estos principios autonómicos no deben continuar más con nosotros.

Considero prudente indicar en este apartado que la autonomía universitaria es un componente fundamental de la universidad y existe gracias a las luchas que ésta dio para protegerse de los desmanes producidos por las intervenciones del Estado contra ella, muchos de los cuales impedían su desarrollo hasta la posición que hoy presenta, sin embargo, el excesivo amurallamiento de protección, ha generado patologías internas que la mantienen hoy en día en un marasmo tan profundo como el anterior, lo cual requiere obviamente de soluciones radicales que permitan modernizar procedimientos, controlar acciones e inversiones y comunicarse con la sociedad desde otras perspectivas.

Es refrescante indicar que para estas fechas la ciencia administrativa ofrece multitud de opciones técnicas que permiten optimizar procesos, evaluar logros o metas, con lo cual se hace más propicio la comunicación entre el estado y la universidad, cada uno desde su rol y con respeto de sus misiones. Estos encuentros con los códigos administrativos mercantiles lejos de desvirtuar la verdadera misión social de la educación, la acercan más al mundo real donde hoy debemos desenvolvernos.

Muy cercano al tema de la autonomía y de la soberanía, se encuentra el de tomar posición frente a las agencias internacionales que continuamente intervienen sobre los Estados Nacionales y sus instituciones, procurando consejos e intentando fórmulas homogeneizadoras de desarrollo, que en muchos casos intervienen con más facilidad que el Estado a la autonomía universitaria e instalan paradigmas de pensamientos que sin ningún resguardo o vergüenza son asumidos por sus profesores o autoridades y contribuyen a validar peligrosas penetraciones transnacionales.

Creo que algunos de estos consejos, deben ser asumidos, por ejemplo debemos ser eficientes en lo que hacemos. Para cumplir con el logro de la excelencia deben plantearnos estrategias y acciones que conduzcan a mejorar el nivel de exigencia a profesores y estudiantes sobre niveles cognitivos y axiológicos que garanticen su compromiso social durante el tiempo de su ejercicio profesional.

La docencia de la Universidad Pedagógica debe encontrar la forma de mantenerse constantemente en sintonía con la realidad de manera de lograr el estudio constante del medio para verificar las variables temporales, espaciales y de contenido que privan en la sociedad y determinan las transformaciones del currículo educativo.
Parte de estas transformaciones son ya de alta evidencia como por ejemplo educación para zonas marginales, de alta densidad demográfica, de niños con deficiencia de hogar y familia y otras situaciones típicas del momento actual y que todavía no reciben respuestas apropiadas ni por parte de la universidad ni por parte de la sociedad.

Otra transformación evidente procede de la misma ciencia pedagógica y se constituye desde las necesidades de actos educativos dialógicos de compromiso social y de alta capacidad de investigación educativa, como armamento pedagógico para aumentar la capacidad de percepción de la realidad.

Vale indicar sobre el tema de la percepción de la realidad, que esta no concierne sólo a la verificación de los fenómenos locales, sino también a los de escala nacional e internacional, por lo cual los docentes deben estar capacitados para educar a la totalidad de los jóvenes sobre las necesidades y características de todos los espacios de diferenciación regional.

Lograr estas capacidades es sin duda una meta compleja, pero puede ayudar el hecho de que la universidad abandone esa categoría doméstica que la caracteriza y logre fórmulas de internacionalización relacionándose con al menos otras Universidades Pedagógicas de diferentes países, en particular las latinoamericanas y abriendo la posibilidad de intervenir los espacios pedagógicos especializados de las diferentes carreras de otras universidades.

Igualmente se impone la búsqueda de nuevas fronteras pedagógicas que intenten consolidar las teorías pedagógicas y la visión de futuro que se desprende de cada consolidación, de la misma manera se debe procurar el fortalecimiento de especialidades no convencionales como educación especial, musical, sexual, informática, de niños de la calle y otras.

Sobre el manejo de los docentes de la universidad siento que los movimientos actuales de las organizaciones y del conocimiento imponen que la universidad implemente alternativas de inducción constantes para todos sus docentes, en especial para los docente de reciente ingreso y contratados, esto con el fin de cubrir con la filosofía institucional al personal académico

Los contenidos de estas inducciones deben siempre tener presentes atacar problemas de la cotidianidad educacional como el autoritarismo escolar, la práctica del docente instrumental, la solidificación de la diferencia escolar y el manejo más adecuado de relación de la escuela con la comunidad.

Sobre la jubilación de los docentes estimo que es necesario declarar que la universidad se reserva el derecho de permitirle a un docente permanecer activo en la universidad después de su jubilación, de acuerdo a sus prioridades de ingreso y al rendimiento cualitativo de este docente.

Como gran conclusión o declaración de grandes necesidades estimo oportuno indicar que la política de docencia que estamos construyendo debe privilegiar la visión de futuro, la esencia y la dimensión de la región latinoamericana, la intervención honesta del estado, la competitividad, aceptada como una variable que acompaña al ser humano, lograda sin lesionar la equidad y otros valores.

Igualmente quisiera advertir sobre la necesidad de tratar asuntos como la globalización y contemporaneización de la información, la nueva dignificación docente, las tendencias actuales de la profesión docente y la práctica pedagógica, los aportes de la creatividad, la personología y la neurociencia, entre otras cualidades del mundo moderno y que irremediablemente acompañan al docente en el cumplimiento de su misión.

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